Vidas de paz, solidaridad y religión

Estela Zilvestein fue la primer mujer judía nacida en General Roca, en 1905. Junto con el ucraniano Samuel Feldman, crearon un hogar de paz y religión.
Diario Río Negro. Suplemento Rural. Sábado 5 de noviembre de 2005
 
Cuando su padre, Manuel Zilvestein, llegó a Argentina fue uno de los primeros judíos que decidió instalarse en el Alto Valle del río Negro. Su primer hija argentina, Estela creció rodeada por la solidaridad y la religión. Su marido Samuel venía de Ucrania escapando de las persecusiones de la Rusia zarista y de la Primera Guerra Mundial que ya se sentía en el aire europeo. Juntos crearon un ambiente de trabajo y paz para criar a sus tres hijos argentinos.
Manuel Zilvestein, vino a Argentina desde Polonia en 1898. Aunque directamente a Río Negro, a la ciudad de Choele Choel estuvo allí sólo seis meses. Su nieto José Feldman asegura que Manuel sufrió un accidente cruzando el río y fue hospitalizado en Buenos Aires para hacer un tratamiento. Sin embargo, una vez recuperado, Manuel regresó regresó a la provincia en 1902 para instalarse esta vez en General Roca.
“Fue uno de los primeros inmigrantes judíos que vino al Valle –asegura José-. Venía con su familia compuesta por su esposa Rebeca Sepiurka y dos hijos que habían nacido en Polonia: Moisés y Nélida. En Roca otros seis hijos: Estela, Marcos, Anita, Flora, Abraham y María”.
Al poco tiempo comenzaron a llegar más familias de judíos de distintos países de Europa. En 1905 Manuel compró una chacra en la zona que luego se llamaría Colonia Rusa por la gran cantidad de judíos que se afincaron allí.
A medida que las familias de esta religión iban llegando muchas de ellas fueron albergadas en la chacra de Manuel hasta que conseguían un lugar donde trabajar y vivir. José asegura que los Barón, los Hamburg y los Sogo fueron algunas de las familias a las que ayudó su abuelo. También trajo a sus familiares más cercanos, como su hermano Pedro”.
Mientras, Manuel abrió un comercio de ramos generales en el centro roquense. Allí, hasta que se inauguró la primer sinagoga de la región en la Colonia Rusa, las familias judías se reunían para las ceremonias religiosas y para ofrecer consejos a los recién llegados. Ese era el lugar donde se celebraban las fiestas religiosas más importantes como el Año Nuevo judío y el Día del Perdón.
“El abuelo conservaba mucho la tradición -explica José-. Cuando llegaba la Pascua judía nos reuníamos en familia. Sólo se consumía comida ‘kosher’, o sea hecha con alimentos supervisados por los rabinos. Los animales por ejemplo eran faenados por un rabino en Colonia Rusa. En las ceremonias más importantes, el abuelo iba hasta la colonia para participar de las oraciones en la sinagoga”.
“En Colonia Rusa, aunque había algunas familias italianas o españolas que eran católicas, había muchas familias judías. Algunos de sus integrantes, cuando se creó el estado de Israel decidieron emigrar allí y de las familias provenientes del Valle, la roquense era la comunidad más grande”, afirma José.
“En lo del abuelo había muchos recuerdos que ellos habían traído de Europa. Detrás del comercio estaba la casa que era un pasillo largo con muchas habitaciones alrededor. Me acuerdo que en una de esas habitaciones había una gran mesa alargada con la clásica carpeta roja de terciopelo y allí se hacían las reuniones religiosas antes de la creación de la sinagoga. También allí estaba el samobar que es típico de Rusia y es donde se prepara el te”.
Además de ayudar a las familias a instalarse en la zona, Manuel fue representante de varias instituciones judías de Buenos Aires en esta región y estuvo en la comisión que consiguió la tierra para crear el cementerio judío.
“Un tío mío siempre nos contaba una anécdota que reflejaba lo honesto que era el abuelo. Decía que para su comercio compraba lana a crianceros del sur y que un año ya había pactado un precio cuando la lana bajó mucho. El abuelo igual cumplió con su palabra, pagó lo que había prometido y se hizo cargo de la pérdida”.
“Yo empecé a trabajar con mi abuelo en el negocio. A mí y a varios jóvenes más nos enseñaba el idish, que es el dialecto que usaban los judíos en Europa y que proviene del alemán”, explica José.
“El idish se fue perdiendo -continúa- ya que al crearse el estado de Israel se dispuso como idioma oficial el hebreo. Pero hoy quieren revivirlo porque hay muchos poetas y canciones importantes en ese idioma, además es una lengua más dulce que el hebreo”.
En la chacra, Manuel había plantado uva. “Pero la verdad es que llegó un momento en el que la uva ya no valía mucho. Así, después de muchos años de trabajo, finalmente cerró el negocio, vendió la chacra y se instaló en Allen donde abrió otro comercio. Más tarde se mudó a Buenos Aires, donde falleció. Hoy su cuerpo está sepultado en el cementerio de la Tablada en un lugar privilegiado destinado al descanso de personas muy religiosas”.
Estela, además de ser la primer hija del matrimonio que nació en Argentina fue la primer mujer judía que nació en Roca allá por 1905. A los 21 años esta joven conoció a Samuel Feldman con quien se casó en 1926 y con quien tuvo tres hijos: Anita, José y Raquel.
Samuel había llegado a Argentina en 1913, huyendo de la Rusia zarista. “El había nacido en Ucrania y en el momento en el que decidió dejar su país las causas que lo impulsaron fueron que ya se preveía la Primer Guerra Mundial y que los judíos eran muy perseguidos en Rusia”, dice José.
El joven judío había llegado primero a Brasil, acompañado por uno de sus hermanos, pero en ese país se enteró que en Argentina había muchas familias judías instaladas. Esta noticia lo decidió a viajar a Argentina y a separarse de su hermano que partió hacia Estados Unidos. Los dos hermanos perdieron el contacto en ese momento y no se vieron nunca más.
Al llegar a Argentina, buscando también asentamientos de familias de su misma religión, Samuel viajó hacia el Valle.
“Cuando recién llegó trabajó en la construcción del dique Contraalmirante Cordero -cuenta su hijo José- y luego en lo que se conocía como Campamento Alejandro Stefenelli, un lugar donde había muchas máquinas y se hacían trabajos de herrería”.
“Papá era de profesión herrero en su país de origen y cuando llegó a Roca, con el trabajo de los primeros años logró poner una herrería en las calles Buenos Aires y Tucumán. Con los años se mudó a la esquina de las calles Tucumán y La Pampa donde trabajó durante toda su vida”.
“Papá recordaba lo mal que la pasó en la crisis económica de los años ’30. En ese momento muchos de los trabajos que hacía los cambiaba por harina, verduras, aceite u otros alimentos”.
Además, al emigrar hacia Argentina, Samuel perdió todo contacto con su familia ucraniana. “Después de las dos guerras mundiales nunca más supo de ellos -asegura José-. Sin embargo no quería volver a su patria de nacimiento y siempre decía que su familia era la que él había formado con mamá y la de los parientes de su esposa que vivían aquí en el Valle”.
Seguramente para no sentir la soledad y el desarraigo, Samuel se aferró a la religión. En su casa se hablaba el castellano pero muchas veces se lo escuchaba dirigirse a sus hijos en idish. “La lengua materna de papá era la rusa pero nosotros sólo conocimos algunas palabras sueltas”.
“Los niños judíos que vivían en Colonia Rusa tomaban lecciones de religión y de idish para no perder las costumbres familiares, pero también iban a la escuela estatal. Fue en esa zona donde se donaron los terrenos donde se construyó la primer escuela laica de la zona”, explica.
Hoy, José, el único hijo varón de Estela y Samuel, ya tiene nietos que le han dado sus hijas Miriam, Laura y María Alejandra pero aún así continúa la labor de su abuelo y su padre defendiendo las creencias y costumbres familiares desde la comisión de la colectividad judía.
“El año que viene se cumplen 100 años de la creación de Colonia Rusa -afirma- y ya estamos preparando los festejos que se realizarán en octubre. Por eso pedimos a los descendientes de habitantes de la colonia fotos y datos. Esta fue en su momento el asentamiento de judíos más austral del país y aún hoy el cementerio que mi abuelo ayudó a gestionar entre otros vecinos sigue siendo el más al sur de toda Argentina”.
 

http://coloniarusa.com.ar

 

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Marcos Zilvestein
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